Un padre y sus hijos adolescentes iban camino a casa pasando por la esquina donde a menudo se paraba un hombre a pedir limosna. Esa noche fría y lluviosa, el hombre no estaba. “¿Qué hubieras hecho si encontrabas al hombre pidiendo monedas esta noche de invierno?” preguntó el padre, tanteando al hijo que acababa de conseguir su primer trabajo.
“Le compraría algo caliente para que coma” contestó rápidamente el muchacho. La hermana que iba en el carro también, no dio tiempo al corazón del padre para llenarse de orgullo y ternura y lanzó otra pregunta: “¿Y si no estuviera solo? ¿Y si estuviera con otras 20 personas, harías lo mismo?”
“¡Ah! Bueno, en ese caso no podría hacer mucho. No puedo ayudar a tantos”.
Esta respuesta ¿nos sorprende?
¿Cómo tomamos decisiones?
Nuestra toma de decisiones tiene 2 componentes:
-Un componente es la respuesta intuitiva, instintiva, que envuelve nuestras emociones, especialmente nuestros sentimientos. Es una respuesta rápida, fácil y efectiva ya que nos pone en acción. Es como respondemos al peligro por ejemplo.
-El otro componente para la toma de decisiones, es más lento ya que usa el análisis, la razón y la lógica. Estudia la información disponible y nos ayuda a evitar equivocaciones.
El Afecto (cuando sentimos algo como “bueno” o “malo”) es importante ya que le otorga significado a la información que recibimos y nos motiva a actuar. Sin afecto, la información carecería de significado y no tomaríamos acción. Por ejemplo: Si sabemos que hay una persona en la calle pasando frío y hambre en una gélida noche de lluvia (Información), es probable que vayamos a ayudarlo pues nos preocupa que pueda enfermar o morir (sentimiento).
Y sin embargo, si nos dicen que hay 2 personas bajo la lluvia, es probable que nuestra preocupación sea mayor, pero no el doble. Y si nos dicen que hay 20 personas en la calle, es probable también que pasemos de largo. ¿Por qué?
Números grandes, significado pequeño.
Investigadores del comportamiento humano describen que las estadísticas que nos informan de grandes números de personas en riesgo no tienen el mismo efecto que cuando sabemos que hay UNA sola persona en peligro. Es como si los números grandes perdieran su significado y no nos provocan actuar rápidamente.
(Foto: Markus Spiske; Pexels)
. Esto lo vemos por ejemplo en la amenaza a la vida de millones por el calentamiento global, o por la presencia de armas nucleares; la poca respuesta ante la hambruna o la pobreza que sufren millones de seres humanos; el poco interés ante las crisis de refugiados, la división de opiniones frente a la injusticia social, y la reacción de muchos frente al número de muertes causadas por la pandemia.
Adormecimiento Psíquico.
Robert J Lifton fue el primero en usar el término “Adormecimiento o Entumecimiento Psíquico” para definir lo que hacían los rescatistas tras el bombardeo a Hiroshima, para poder seguir trabajando: desconectaban sus sentimientos. Los “apagaban”, si cabe el término.
Pero hay otro tipo de “Adormecimiento Psíquico” según Paul Slovic, psicólogo estadounidense, que nos lleva a la inacción y a la apatía frente a ejecuciones en masa, a genocidios, o amenaza de muerte para muchas personas.
Todos somos iguales y por ello todas nuestras vidas tienen el mismo valor. Al menos esa es la teoría. Slovic llama Adormecimiento psicofísico a lo que describe : “Nuestra sensibilidad disminuye conforme el estímulo aumenta”. Es así que , por ejemplo, la muerte de una persona nos afecta, la muerte de dos personas nos puede afectar un poco más, pero conforme el número de muertes aumenta nuestra sensibilidad se reduce. Hasta que en cierto momento (o cierto número) nos resulta indiferente y no podemos apreciar la pérdida de vidas.
Por ejemplo el conflicto armado de Darfur considerado un genocidio, ha causado cerca de 400,000 muertes en realidad y no 200,000 como se pensaba inicialmente . Y sin embargo esta nueva información no ha causado mayor alarma en el mundo.
O más recientemente, las muertes causadas por la pandemia: decenas, centenas o millares por día, no detenían a muchos en seguir participando en reuniones masivas, sin mantener el distanciamiento físico y negándose a usar una mascarilla en un lugar cerrado.
Mientras más mueren, menos nos importa.
Paul Slovic
Salvar a uno vs salvar a miles.
Slovic y sus colegas realizaron un estudio a cuyos participantes entregaron cierta cantidad de dinero. Dividieron a los participantes en tres grupos. Al primer grupo le pidió hacer donaciones hasta un máximo de $5 a la organización “Salvemos a los Niños” en favor de Rokia, una niña africana de 7 años, que vivía en una región azotada por hambruna. Y se le mostró la foto de Rokia.
El segundo grupo recibió la información estadística de los millones de afectados por la hambruna en esa región del áfrica, y se le pidió hacer las donaciones a la misma organización, también con un máximo de $5, para ayudar a toda esta gente en necesidad..
El tercer grupo recibió tanto la información estadística y la información y foto de Rokia, y también se le solicitó hacer donaciones.
El primer grupo (solo foto) recaudó más del doble en donaciones que el segundo grupo (solo estadísticas). El tercer grupo (foto y estadísticas) recaudó una cantidad intermedia.
¿Fue la presencia de estadísticas los que NO motivó a hacer donaciones? ¿O fue el hecho de que una pequeña donación ($5) no podría ayudar a millones de necesitados lo que les desmotivó a hacer una donación?
La compasión se acaba.
Varios estudios en psicología social muestran que las personas sienten preocupación y actúan para ayudar (por ejemplo con donaciones) cuando se trata de UNA víctima en lugar de ocho. O si se trata de ayudar a una víctima por separado en lugar de dos juntas. Al parecer, nuestra compasión es limitada.
Decisiones Morales.
Ya vimos como nuestra toma de decisiones se basa en nuestras emociones y en el análisis del caso. Igualmente, al lidiar con asuntos “éticos ” o “morales” usamos nuestra intuición. “¿Qué tan malo es lo que voy a hacer?” o “¿Qué tan bueno?”o “¿Cómo se sentirá hacer tal cosa?”
Contamos con reglas de ética y las leyes vigentes para ayudarnos a analizar nuestra toma de decisiones. Pero la intuición moral va primero y usualmente domina a nuestro juicio o análisis moral, a menos que hagamos un esfuerzo en dominar nuestros sentimientos en favor del análisis y la razón. La intuición moral tiende a favorecer historias sensacionalistas o personales o aquellas que nos tocan de cerca.
Nuestra preocupación por grandes grupos puede también estar supeditada a prejuicios o intereses personales o locales.
En lo peor de la pandemia de COVID-19 en Nueva York, cuando los hospitales estaban llenos, el personal de salud agotado, y las autoridades pedían a todos que se queden en casa, cientos de jóvenes viajaban al soleado estado de Florida aprovechando el cierre de las universidades. En las playas, agrupados y sin usar mascarilla ni mantener distanciamiento, la prensa les preguntaba: “¿No temes contagiarte o llevar el virus a otras personas?” La respuesta usual era más o menos: “He esperado meses por este momento y ninguna pandemia va a evitar que yo vaya a fiestas y disfrute de mis vacaciones”.
“Adormecimiento Psíquico : Cuando debiéramos estar emocionalmente conectados a una situación pero, en su lugar, toda la información rebota en nuestro cerebro sin dejar impresión alguna.”
Paul Slovic
(Foto: Velroy Fernandes; Pexels)
¿Qué podemos hacer para mejorar?
Debemos estar alertas: conocer que el problema de Adormecimiento Psíquico existe tanto a nivel individual como colectivo. Reconocer que no podemos confiar en nuestra intuición moral únicamente frente a problemas que ponen en riesgo la vida de muchas personas. Y finalmente, sensibilizar a las personas mostrando historias individuales en lugar de solo números de víctimas o frías estadísticas.
Más sobre el tema:
Why 500,000 COVID-19 Deaths May Not Feel Any Different. NPR Podcast Short Wave., episodio del 09 de Febrero, 2021.
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