Las vacunas son una preparación de bacterias o virus que pueden estar vivos o muertos, inactivos o atenuados (atontados), enteros o solo parte de ellos, y que al ser introducidos en nuestro cuerpo NO causan enfermedad pero hacen que nuestro sistema de defensas (Sistema Inmune) conozca a estos gérmenes y produzca DEFENSAS como los anticuerpos.
Es como si le dijéramos a nuestro propio ejército: “Este es el enemigo, prepara armas para aniquilarlo”, y nuestro Ejército prepara armas específicas en caso de un ataque posterior por ese enemigo. Es así como la vacuna contra la polio, que se administra al bebé durante el primer año de vida, lo preparará por si algún día se infectara con ese virus. Las defensas del bebé lo reconocerán y se defenderá del virus sin hacer la enfermedad.
Las vacunas también se pueden preparar usando las toxinas de una bacteria. A esas toxinas, que son modificadas para que NO causen enfermedad, se les llama Toxoides. Las vacunas contra el Tétanos y la Difteria son hechas a base de toxoides.
Y también hay las vacunas que se basan en productos de ingeniería genética, como veremos luego al hablar de las vacunas de ARNm contra el COVID-19.
La aplicación de vacunas ha mejorado mucho la salud mundial. Hay enfermedades que se ven rara vez en la actualidad gracias a las vacunas. Y hay otras como la viruela, contagiosa, desfigurante y mortal, que ha sido erradicada gracias a la vacunación. Sin embargo muchas enfermedades aún están a la espera de la ansiada vacuna (por ejemplo la vacuna contra el VIH).
¿Cómo se aplican las vacunas?
Las vacunas se pueden administrar por vía ORAL (por la boca) como las vacunas contra la tifoidea o el cólera. Y también se pueden administrar en forma de inyectable como la vacuna contra la Hepatitis B o el COVID-19.
Hay vacunas que requieren una sola dosis para producir la protección que buscamos. Otras requieren dos o tres dosis como la vacuna contra el Sarampión o la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (HPV).
Asimismo, algunas vacunas deben administrarse cada año como vacuna contra la Influenza. Y otras que requieren refuerzos cada 10 años como la vacuna contra el Tétanos.
¿Cuáles son las reacciones adversas de las vacunas?
Dependen de la vacuna administrada. Usualmente son locales y pasajeras. Y no se comparan con sufrir las enfermedades de las que tratamos de protegernos. Sin embargo hay que tener en cuenta que una Reacción Alérgica Severa a algún componente de la vacuna la convierte en “Contraindicada”. Por ejemplo una reacción Anafiláctica (reacción alérgica muy severa) en la primera dosis de una vacuna que requiere tres, hará que ya no se pueda continuar con las siguientes dosis. Afortunadamente este tipo de reacciones son raras.
Las personas con alergia al huevo pueden tener reacción alérgica a ciertas vacunas como la vacuna contra la Influenza o la vacuna contra la Fiebre Amarilla.
Las personas con un Sistema Inmune débil (Inmunosuprimidos) no deben recibir vacunas de virus vivos. Lo mismo pasa con las gestantes.
El Dr Edward Jenner
Edward Jenner fue un médico inglés que observó que las mujeres que ordeñaban vacas se contagiaban de la viruela bovina (cowpox) al entrar en contacto con las lesiones de viruela de esos animales. Esta enfermedad era leve y al recuperarse las mujeres ya no se enfermaban con la temible viruela común (smallpox) que era muy contagiosa entre humanos, desfigurante y mortal. Un día de Mayo de 1796, el doctor Jenner inoculó a un niño con las secreciones de las lesiones de una mujer ordeñadora. El niño enfermó levemente con la viruela de las vacas y se recuperó pronto. Luego, en Julio de ese año inoculó al niño, esta vez con la secreción de un paciente de viruela común. Esta vez el niño no enfermó. Estaba protegido. Jenner llamó a su método “Vaccination” del latín Vacca (vaca) y Vaccinia (cowpox).
Las vacunas contra el COVID-19
El desarrollo de la vacuna contra el COVID-19 se ha logrado en tiempo record. Una de las razones para ello es que no se partió de cero, sino que se tomó como base las investigaciones para una probable vacuna iniciadas durante la pandemia del SARS (2003), ya que el coronavirus asociado al SARS y el coronavirus que causa el COVID-19 tienen muchas características en común. Además, como el COVID-19 afecta a todos alrededor del mundo, no fue difícil conseguir voluntarios para las pruebas en humanos.
Otra de las razones para el rápido desarrollo de vacunas, es que en estos tiempos el genoma del virus se comparte con científicos de todo el mundo por medios digitales. Y que la ingeniería genética permite construir una molécula de ARNm (vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna) sin requerir del cultivo de virus y su cuidado, lo que toma mucho más tiempo.
Se han aprobado ya varias vacunas para uso de emergencia en diferentes regiones y países. Y se continúan las investigaciones y pruebas de muchas otras.
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