
¿Alguna vez has querido perder peso y notas que después de mucho esfuerzo y sacrificio logras bajar unos kilos, para recuperarlos casi de inmediato? Resulta frustrante ¿verdad? Y sientes ganas de rendirte.
Bueno, para saber por qué sucede esto debemos empezar por conocer cómo funciona nuestro cuerpo.
NOTA: A lo largo de este artículo hablaré con frecuencia de calorías, que no son otra cosa más que una forma de medir la energía que nuestro cuerpo gana y utiliza.
Ganar peso, perder peso ¿cómo funciona?
Nuestro peso es el resultado del equilibrio entre la energía que ganamos (en forma de calorías de la dieta) y la energía que usamos.
Si obtenemos más calorías de las que gastamos: subimos de peso.
Si obtenemos menos calorías de las que gastamos: bajamos de peso.
Si obtenemos la misma cantidad de calorías que gastamos, nuestro peso se mantiene igual.
¿Cómo perdemos calorías?
Nuestro cuerpo “gasta energía” o “consume calorías” de tres formas:
- En reposo. Son las calorías que nuestro cuerpo consume solo por estar vivos. Es decir, para que nuestros órganos y sistemas funcionen. Esto es conocido como el consumo energético basal.
- En actividad. Llamado consumo energético en actividad. Son las calorías que gastamos al movernos de un lado a otro, al hacer ejercicio, bailar, etc.
- Manteniendo la temperatura corporal. Llamado consumo energético de la termogénesis.
¿Cómo ganamos calorías?
Nuestra dieta contiene carbohidratos, proteínas y grasas que sirven como fuente de energía.
Los carbohidratos son digeridos hasta formar glucosa. La glucosa es la principal fuente de energía para que nuestras células funcionen. Toda la glucosa que no se usa se convierte en glucógeno y de esta forma se almacena en el hígado y en los músculos. Pero este tipo de almacenamiento es limitado. El resto de glucosa que no hemos usado, se convierte en grasa y se almacena en el tejido adiposo.
Las proteínas de la dieta son digeridas y transformadas en aminoácidos que son usados para formar células, reparar y mantener tejidos, formar enzimas y hormonas. Son muy importantes durante el crecimiento, el embarazo y la lactancia. Un exceso de proteínas en la dieta se puede usar como fuente de energía, el resto se convierte en grasa y se almacena en el tejido adiposo.
Las grasas que ingerimos se usan en la formación de células, son claves en el crecimiento y desarrollo del sistema nervioso y participan en la formación de muchas sustancias como las hormonas. Lo que no se usa, se almacena fácilmente en el tejido adiposo como reserva de energía.
Entonces, vemos que todo aquello que ingerimos y nuestro cuerpo no utiliza, lo almacena como grasa. Es que a lo largo de la evolución, nuestros ancestros pasaron hambre debido a sequías, glaciaciones, o períodos sin cazar un animal para comer. El cuerpo se adaptó a almacenar grasa en forma eficiente para sobrevivir al hambre.
¿Qué pasa cuando no obtenemos suficientes calorías?
Supongamos que una persona que quiere perder peso decide entrar a un régimen estricto de dieta más un programa intenso de ejercicios.
El cuerpo de esta persona está recibiendo menos calorías de las que está gastando. Lo primero que su cuerpo usará como fuente de energía serán esos depósitos de glucógeno en el hígado y en los músculos. Este glucógeno suplirá la energía por un tiempo corto. Además, como el glucógeno se almacena con agua, al usarse el glucógeno se eliminará también el agua y es por eso que al inicio habrá una rápida pérdida de peso.
En seguida, el cuerpo empezará a usar las grasas. Esta fuente de energía durará más tiempo, no solo porque hay más grasa almacenada, sino porque cada gramo de grasa produce más del doble de calorías que cada gramo de glucosa o glucógeno (9 contra 4 respectivamente).
Las proteínas del cuerpo no suelen usarse como fuente de energía, a menos que la dieta sea muy pobre en calorías y en proteínas. En estos casos, el cuerpo, en busca de energía, también consumirá la proteínas del músculo. Esto sucede también cuando hay una pérdida de peso drástica y rápida. La pérdida de músculo tarda en recuperarse. En personas mayores, la pérdida de músculo puede afectar su estabilidad y movilidad.
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La grasa corporal
Todos tenemos grasa corporal. En condiciones normales, es alrededor del 20% del peso de una persona. Aunque, en casos de obesidad puede llegar a ser mucho mayor. Los atletas pueden tener un porcentaje mucho más bajo. Esta grasa corporal es llamada también tejido adiposo.
El tejido adiposo es donde se almacenan todas las calorías “extra” que ingerimos pero no usamos. Su célula principal es el adipocito. Es una célula especializada en almacenar grasa en forma de triglicéridos. Los triglicéridos son tóxicos para todas las células, excepto para los adipocitos.
¿Qué pasa cuando subimos de peso?
Cuando subimos de peso es porque estamos almacenando calorías en forma de grasa. Los adipocitos almacenan más y más grasa y van aumentando de tamaño, un proceso conocido como hipertrofia.
Los adipocitos siguen aumentando de tamaño hasta cierto límite y entonces mandan señales a otras células que también se encuentran en el tejido adiposo: los pre-adipocitos. Estas células se convierten en adipocitos y también empiezan a almacenar grasa. A este aumento en el número de adipocitos se le llama hiperplasia.
Cuando los niños aumentan de peso suelen hacerlo con hiperplasia del tejido adiposo: aumentando el número de adipocitos. Los adultos desarrollan principalmente hipertrofia: los adipocitos aumentan de tamaño.
NOTA: Cuando perdemos peso, los adipocitos disminuyen su tamaño pero no desaparecen.
Cuando hay un exceso de grasa, aparte de almacenarse en el tejido adiposo subcutáneo (debajo de la piel) la grasa se almacenará en otras áreas como el abdomen. Esta grasa se llama grasa visceral. La grasa visceral hasta cierta cantidad es normal y da cierta protección a los órganos. Un aumento de grasa visceral se nota como esa barriguita que va creciendo cuando uno sube de peso y hace que la ropa nos ajuste en la cintura. La grasa visceral indica que hay grasa que se está acumulando alrededor de órganos y tejidos como los riñones, el corazón, los pulmones y el hígado lo cual puede impedir su normal funcionamiento.
La grasa visceral es una señal de que hay riesgo de padecer enfermedades cardíacas, hipertensión, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.
Más que un depósito de grasa
El tejido adiposo es más que un depósito de grasa.
El tejido adiposo produce muchas sustancias químicas que mandan señales a otras células. Estas sustancias son las adipoquinas y las lipoquinas. La leptina, la adiponectina y la omentina son tres ejemplos, pero hay muchas más.
La leptina es la más estudiada. Es inmunomoduladora y genera señales de saciedad a nivel del cerebro. Cuando el adipocito ha aumentado su volumen, produce leptina que va por la sangre hasta los centros del apetito/saciedad en el cerebro y lleva el mensaje de “hay suficientes calorías almacenadas, deja ya de comer”.
Cuando se reduce la ingesta de calorías para perder peso, disminuye la grasa corporal, los adipocitos se encogen y liberan menos leptina. Esto hace que el apetito aumente. Esta respuesta es más notoria en mujeres que en hombres lo que explica por qué muchas recuperan el peso más rápidamente.
La adiponectina es antiinflamatoria y además sensibiliza los tejidos a la insulina.
La omentina genera aumento del apetito.
¿Qué pasa en la obesidad?
Cuando los adipocitos crecen demasiado, como ocurre en la obesidad, el tejido subcutáneo se satura y la grasa comienza a acumularese en el tejido adiposo visceral. Los adipocitos siguen creciendo y se altera su funcionamiento.
Disminuye la producción de adiponectina. Esto disminuye la sensibilidad a la insulina y aumenta el riesgo de diabetes.
Aumenta la producción de leptina, que activa a las células inmunes en el tejido adiposo que a su vez producen señales a otras células inmunes: el resultado es un estado inflamatorio, primero local y luego en todo el organismo. Esta inflamación puede dañar los órganos.
Cuando los adipocitos ya no pueden almacenar más grasa, por haber un sobreflujo, la grasa se empieza a almacenar en otros tejidos y órganos causando toxicidad (lipotoxicidad).
Pero, si hay más leptina debería haber menos apetito ¿no?
Es cierto que a mayor cantidad de tejido adiposo hay mayores niveles de leptina en la sangre. Y si la leptina hace que el apetito disminuya ¿por qué entonces, muchas personas obesas siguen teniendo mucho apetito?
Todo parece indicar que existe una resistencia a la leptina en casos de obesidad.
¿Por qué se produce resistencia a la leptina?
Esta resistencia parece asociada a señales inflamatorias en el cerebro y un exceso de metabolitos grasos interfiere con la acción de la leptina en el cerebro, según estudios en animales. Y menos leptina logra atravesar la barrera hematoencefálica (BHE) que regula el paso de sustancias hacia el cerebro. En personas con peso normal, la leptina pasa con facilidad la BHE. En estudios con animales de laboratorio obesos, la administración directa de leptina en sistema nervioso central les permite bajar de peso. Se piensa que los altos niveles de leptina en personas obesas provocan una saturación de los transportadores de la BHE que llevan la leptina al cerebro.
Hay enfermedades raras causadas por fallas en el gen de la leptina o fallas en el gen de los receptores de leptina en el cerebro. Los niños que las padecen presentan obesidad severa desde edad temprana.
Conclusiones
La resistencia a la leptina parece ser un factor importante para explicar por qué es tan difícil bajar de peso.
¿Qué más podemos hacer que nos ayude a perder peso?
- Evitar comer alimentos procesados. Su alto contenido en sal, grasa y carbohidratos los convierte en una de las principales causas de sobrepeso y obesidad en niños y adultos.
- Aumentar el contenido de fibra en nuestra dieta. Se sabe que la fibra disminuye los niveles de leptina, a largo plazo, en obesos.
- Hacer ejercicios de alta intensidad disminuyen la resistencia a la leptina y regulan sus niveles. Pero todo ejercicio es bueno. Consulte con su médico antes de iniciar un programa de ejercicios de alta intensidad.
- Se debe limitar el consumo de mantequilla, aceites y exceso de azúcares.
Fuentes
Los nutrientes y cómo se usan: El Manual Merck
Obesidad, factores genéticos y más: The Conversation.
Obesidad y salud mental: Obesity action
Cóo se acumula la grasa: DrBazire blog
Fisiopatología de la obesidad: Revista Chilena de Nutrición
Todo sobre la leptina: Revista de endocrinología y nutrición
Leptina y resistencia a la leptina: Healthline
Grasa visceral: Cleveland Clinic
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