– Una noche de abril de 1974, en Washington, Estados Unidos, una muchacha vio a un hombre alto y bien parecido, que llevaba un brazo en un cabestrillo. Parecía tener problemas cargando sus libros, pues varios se le cayeron. Finalmente, el hombre peguntó si ella podía ayudarle a llevarlos hasta su carro que estaba estacionado a unos 100 metros. La muchacha aceptó y fueron conversando. Cuando llegaron hasta el auto un VW escarabajo, ella se dió cuenta de que faltaba el asiento delantero de pasajero. Eso, dijo, “le puso los pelos de punta” aunque no sabía exactamente por qué. Dejó los libros en el capó y se fue corriendo. -Un día de junio de1974, también en Washington, una joven estaba caminando cerca al campus universitario. Vió a un hombre alto con el pantalón cortado, lo que dejaba ver que tenía una pierna enyesada. Tenía muletas y llevaba un portafolios negro el cual se le caía una y otra vez. Ella lo adelantó y luego, al escuchar el portafolios caer nuevamente, se volteó a mirarlo. Le pareció que él necesitaba ayuda. Ela iba a hacerlo hasta que notó sus ojos. Ella recuerda que “eran muy raros y le dieron escalofríos”. La chica se alejó caminando de prisa. – Una fría noche de invierno, en enero de 1978 en Florida, Estados Unidos, una joven universitaria estaba en la popular discoteca/bar Sherrod’s con sus amigas. Un hombre la había estado mirando fijamente hasta hacerla sentir incómoda. Algo en la forma en que sus ojos se posaban en ella le “puso la piel de gallina”. Luego, el hombre se acercó con un trago en la mano y le pidió bailar. Ella, al no encontrar una excusa para negarse, aceptó. Pero antes de salir a bailar le susurró a su amiga: “Creo que estoy a punto de bailar con un ex convicto”. No pasó nada extraño o inapropiado durante el baile, pero ella sentía que no lo podía mirar a la cara y estaba temblando. Cuando terminó la música, la muchacha regresó aliviada a la mesa donde estaban sus amigas .
¿Qué tienen en común estos tres casos?
Estos tres ejemplos son reales. Los dos primeros reportados a la policía en Washington y el tercero en Florida. Ahora podemos decir que las dos primeras chicas salvaron su vida gracias a su intuición. La muchacha del tercer ejemplo intuyó el peligro. El hombre con el que bailó y la hizo sentir tan incómoda, poco después, esa misma noche, entraría a la hermandad Chi-Omega situada al lado de la discoteca-bar, mataría a dos estudiantes mujeres y causaría lesiones severas en otras dos. El hombre en los tres ejemplos es el mismo: el asesino en serie Ted Bundy. (Fuente: The Stranger Beside Me, de Ann Rule).
Cuando se habla de intuición, muchos lo asocian con algo increíble, sobrenatural. Un don que solo algunos privilegiados poseen. Pero eso no es cierto. Todos usamos la intuición cada día y a cada rato.
Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel y autor de Pensar rápido, pensar despacio, estudió la forma cómo tomamos Decisiones. Kahneman dice que hay una forma rápida de pensar: automática, intuitiva, emocional, que no requiere razonamiento o análisis. Como cuando nos preguntan ¿Cuánto es 2+2? o cuando decidimos alejarnos rápidamente de un lugar porque no nos parece seguro.
Kahneman agrega que hay una forma lenta de pensar que usa el análisis y el razonamiento. Es la forma de pensar que utilizamos para resolver complejos ejercicios de matemáticas o decidir si compraremos o no una casa. Esta forma de pensar usa más tiempo y energía. Es por ello que el cerebro tiende a tomar decisiones usando la forma rápida (intuitiva) y evita la sobrecarga.
Entonces ¿qué es la intuición?
Intuición es “el saber algo sin saber cómo ni por quê lo sabemos”.
- “Apenas empezamos a hablar y supe que seríamos buenos amigos”.
- “Entré a la habitación donde estaban reunidos y sentí la mala vibra”.
- “Hay algo que no cuadra. Este negocio no me inspira confianza”.
Es la facultad que tenemos de entender inmediatamente si una persona, cosa o situación es buena o mala. Es una sensación automática y basada en el instinto en vez de un pensamiento lógico y racional. No sabemos cómo nos hemos formado ese juicio, pero ahí está.
Robin Hogarth, psicólogo especializado en Economía del Comportamiento y autor de “Educating Intuition“, dice que la intuición requiere poco esfuerzo y que no se delibera conscientemente.
¿Cómo surge la intuición?
La intuición surge de comparar información actual de lo que percibimos y de lo que estamos viviendo, con conocimientos aprendidos y memorias de observaciones y experiencias previas conscientes y no-conscientes.
Veamos cómo funciona:
Nuestro cerebro está constantemente procesando información que recibe través de nuestros sentidos y de las experiencias que estamos viviendo. Por ejemplo, Rita va caminando por una acera y su sentido de la vista le informa al cerebro que unos 10 metros más adelante hay un charco de más o menos un metro de diámetro. Su cerebro procesa la información en fracción de segundos, la compara con memorias y experiencias previas y genera una respuesta. Rita debe rodear el charco porque no podrá saltarlo ya que lleva zapatos de tacón alto y nunca ha sido buena saltando.
Otro ejemplo: Joel está en el aeropuerto y alguien grita su nombre. Su cerebro procesa la información auditiva, la compara con la memoria y reconoce la voz como la de Frida, su novia, que está regresando de un viaje de trabajo. Su cerebro rápidamente genera una respuesta: Joel mira hacia el lugar de donde provenía la voz buscando a Frida mientras sonríe feliz anticipando el reencuentro.
Todo esto sucede en fracción de segundos y Rita y Joel son conscientes de la información que perciben y de cómo responden.
Sin embargo, nuestro cerebro recibe mucha más información en un segundo plano, información de la que no somos conscientes. El cerebro la procesa y almacena en un segundo plano y nosotros no sabemos que esta información existe, ni para qué sirve y tampoco si la usaremos algún día. La información consciente es solamente una pequeña fracción de TODA la información que nuestro cerebro recibe.
Por ejemplo:
Carlos va a un restaurante cerca de su casa un par de veces al mes. Cierto día, apenas entró, Carlos notó que el local se veía diferente. Pero por más que intentaba no lograba saber por qué, pues las mesas, sillas y mostradores eran los mismos. El color de las paredes y las luces no habían cambiado.
—Hemos renovado el piso —comentó la cajera. Carlos miró las bonitas losetas color crema pero no recordaba cómo era el piso anteriormente. —Antes, el piso era de losas de terracota —aclaróla cajera.
Es decir, Carlos tenía la información de cómo se veía el restaurante, pero muchos detalles estaban en un segundo plano. Siempre que iba al restaurante, se fijaba si había un lugar para sentarse, escogía algo del menú, y conversaba con los que lo atendían. El resto era “lo usual” o “el patrón”. Siempre igual, hasta que algo cambió.
Otros nombres que le damos a la intuición
Presentimiento, Corazonada, Sexto sentido, Intuición femenina. Y en inglés “Gut feeling”, lo que se traduce como sensación en los intestinos. Tal vez porque muchas veces la intuición se acompaña de: “sentir como un puño en el estómago”, “sentir mariposas en el estómago”, “sentir como si me hubieran golpeado en la barriga”. También se asocia a “escalofríos”, “poner piel de gallina”, “poner los pelos de punta”.
Nuestro cerebro está preparado para reconocer patrones (o moldes). Cuando una persona, objeto o situación, es percibida se compara con “patrones” previos. Estos patrones previos incluyen observaciones, conocimientos aprendidos y experiencias previas. El cerebro reconoce si algo cae dentro de un parón o si algo está fuera de ese patrón. Como en el ejemplo del piso del restaurante. A veces no sabemos que estos patrones existen o a veces los hemos olvidado.
La intuición experta
Cuando aprendemos una tarea, conscientemente trabajamos en cada parte de ella. Aprendemos y practicamos tanto hasta que se convierte en automático y ya no requiere esfuerzo o análisis para realizarla. Como al aprender cuánto es 2+2, o cuando aprendemos a manejar bicicleta o a conducir un auto. Inicialmente cuesta esfuerzo. Estamos atentos a cada paso, maniobra y destreza. Y luego, con la práctica, todo se vuelve fácil y automático.
Herbert Simon, ganador del premio Nobel, trabajó mucho en la Intuición Experta. Especialmente con expertos ajedrecistas (con título de Gran Maestro) quienes con solo ver un tablero de ajedrez en medio de una partida pueden inmediatamente “predecir” si se logrará un jaque o un jaque mate en las próximas dos o tres jugadas.
Simon decía que el experto puede reconocer una gran cantidad de indicios específicos y relevantes presentes en una situación dada (como la posición de cada pieza en el tablero de ajedrez). Luego recupera de la memoria la información acerca de qué hacer cuando estos indicios están presentes (como cuál sería la mejor jugada siguiente).
“La Intuición no es otra cosa más que el reconocimiento”
-Herbert Simon
La Intuición experta se ve en diversos campos: el “ojo clínico” del experimentado médico que ve llegar al paciente y después de hablar con él y examinarlo puede hacer un diagnóstico rápido y certero. La experimentada enfermera de cuidados intensivos que a pesar de lo que dice el exámen físico y los análisis sabe que algo no está bien con el paciente. Y justo antes que lo trasladen a una unidad de cuidados generales el corazón del paciente deja de latir, confirmando su intuición.
Gary Klein, experto en Toma de Desiciones en Situaciones Apremiantes, recuerda el caso del Jefe de Bomberos de Cleveland. Cuando era Teniente, fue llamado a apagar un incendio en una casa. Un caso de rutina. El fuego había empezado en la cocina. Él y sus hombres entraron rompiendo la puerta y echaron agua a las llamas. Sin embargo el fuego no se apagaba. Se retiraron a la sala y el teniente pensó que todo era muy extraño y ordenó a todos sus hombres salir del lugar. Segundos después el piso donde habían estado parados colapsó. Después se supo que el incendio había empezado en el sótano. Cuando le preguntaban ¿Cómo supo que debía salir?, él contestaba que seguramente tenía percepción extrasensorial.
Klein interrogó al bombero sobre cada detalle de ese evento. Lo primero que quedó claro fue que el fuego no se estaba comportando como se esperaba. Debía responder al agua, pero este incendio no se apagaba. Cuando el teniente y sus hombres retrocedieron a la sala, el teniente se dio cuenta que esa habitación estaba muy caliente. Algo inusual en un incendio de cocina. También recordó que el incendio era muy silencioso y eso no era lo esperado para tan alta temperatura. Cuando se supo que el incendio se inició en el sótano, todo tuvo sentido. El fuego de la cocina que no responde al agua, la alta temperatura en toda la casa y el silencio aparente, porque el piso amortiguaba todo el ruido. El cerebro del teniente, sin embargo, percibió todos estos indicios y los procesó en el plano inconsciente. Y la respuesta fue que todos debían que salir del lugar.
Retroalimentación o feedback
Cada vez que un bombero entra a un lugar para apagar un incendio, sus sentidos informan a cerebro acerca de los sonidos, los olores, la distribución y el movimiento del humo, etc. Luego el cerebro procesa la información y lo asociará a buenos o malos resultados: A esto se le llama retroalimentación o feedback. Esta retroalimentación es muy importante ya que contribuye a ganar experiencia. Y en general, a mejorar nuestra intuición.
Según Hogarth, todos podemos tener intuición experta en nuestro campo de interés. Pero nuestra acertada intuición en un campo no asegura que también tengamos buena intuición en campos donde no tenemos experiencia.
¿Se puede intuir el engaño?
A veces. En los ejemplos al comienzo de este post, es posible que las muchachas hayan visto o reconocido alguna señal en Ted Bundy, que les hizo temer. Algo en su lenguaje corporal. Me explico:
Para comunicamos con otra persona usamos las palabras. Sin embargo, no solo es importante lo que se dice, sino cómo se dice. No será lo mismo decir —¡Basta! —en voz alta, con el ceño fruncido, levantando la mano y mostrando la palma al interlocutor, a decirlo entre risas y tomándonos el abdomen que ya nos duele de tanto reír.
¿Solo las palabras transmiten el mensaje?
Albert Mehrabian determinó que para comunicar nuestros sentimientos y actitudes las palabras solo transmiten un 7% de lo que queremos expresar. La VOZ (el volumen, el tono, la cadencia y la velocidad de la voz) contribuye en un 38%, mientras que el CUERPO (la postura, los movimientos de las manos, los ojos, la expresión facial, etc.) transmite un 55% del mensaje. Esto es lo que llamamos COMUNICACIÓN NO VERBAL.
La comunicación no verbal
Desde que nacemos empezamos a traducir o CODIFICAR nuestro estado mental, emociones y necesidades en señales no verbales. También desde la niñez temprana empezamos a reconocer o DECODIFICAR señales no verbales de los demás. La madre es muy buena reconociendo el llanto del bebé cuando tiene hambre, del llanto cuando tiene sueño, del llanto cuando está queriendo jugar. El niño a su vez, empieza a reconocer las emociones en el rostro y voz de su madre. Con los años y la práctica, no es extraño reconocer si una risa no es genuina o si las lágrimas que derrama esa persona son falsas y las llamaremos “lágrimas de cocodrilo”.
Usualmente, no somos conscientes de nuestra codificación no verbal, es decir de las señales no verbales que damos a los demás. Y podemos equivocarnos al leer las señales que otros transmiten. Cuántas veces una persona muy tímida nos parecerá arrogante porque pasa sin mirarnos y sin responder a nuestro saludo.
¿Puedo controlar mi lenguaje corporal?
Podemos intentar controlar algunas de estas señales. Todos hemos intentado alguna vez aparentar tranquilidad ante un evento que nos genera ansiedad como hablar en público. Hay personas que son expertas en esconder sus emociones o intenciones controlando su comunicación no verbal.
Paul Ekman ha estudiado por décadas la comunicación no verbal y ha encontrado señales que son más difíciles de controlar. Saber identificar estas señales puede hacernos reconocer si alguien nos está tratando de mentir. O nos está ocultando algo.
Gestos ilustradores
¿Alguna vez has visto a una persona que gesticula mucho con las manos mientras conversa? Estas señales que se llaman GESTOS ILUSTRADORES se realizan con las manos, pero también con la cara y el cuerpo. Estos gestos describen o “dibujan” lo que se está diciendo. Estos gestos disminuyen en cantidad cuando la persona está nerviosa o cuando está mintiendo.
Gestos manipuladores
Los GESTOS MANIPULADORES (es decir que se realizan con las manos) como el tocarse la nariz, el rascarse el cuello o jugar con el cabello de uno mismo. También sobar, frotar, rascar partes del cuerpo de uno mismo mientras conversa. Y el manipular objetos como golpear repetidamente la mesa con un lapicero o golpear el piso con el taco del zapato. Es conocido que los gestos manipuladores son señales de que el que los realiza puede estar mintiendo. Pero también pueden indicar que se está incómodo por cansancio o hambre y no solo por el tema que se discute. También pueden indicar que se está muy relajado y en confianza. Como entre amigos o con la familia.
Gestos y deslices emblemáticos
Los GESTOS EMBLEMÁTICOS son comunes y su significado es reconocido dentro de una misma sociedad o cultura. Se usan voluntariamente y reemplazan a las palabras. Como un pulgar hacia arriba en señal de que todo está bien. O mostrar el dedo medio a otra persona para manifestar desprecio o ira. El encogerse de hombros y doblar brazos con las palmas arriba para expresar confusión. Asentir o Negar con la cabeza son otros dos ejemplos.
Cuando una persona miente o trata de ocultar algo, estos gestos emblemáticos se pueden “escapar” involuntariamente. Se les llama DESLICES EMBLEMÁTICOS. Muchas veces son incompletos y rápidos. Como levantar ligera y rápidamente un hombro en lugar de ambos hombros. También se le llama incongruencia al deliz emblemático de asentir con la cabeza (levemente) mientras con palabras negamos algo.
Las micro-expresiones
Los MICRO-EXPRESIONES son muy importantes para detectar si alguien quiere ocultar una emoción o está mintiendo. Cuando sentimos una emoción como alegría, tristeza, ira, desprecio, desagrado, miedo o sorpresa, lo mostramos con un gesto facial. Esto se llama MACRO-EXPRESIÓN. Esta expresión facial suele durar entre 2 a 5 segundos. Este tipo tipo de gesto facial es universal, es decir, será igual en cualquier cultura. Cuando se quiere ocultar esta emoción, a veces se produce un escape involuntario de la expresión facial que dura menos de medio segundo. Estas micro-expresiones son involuntarias, no se pueden controlar. Pueden ser como una expresión facial pero comprimida en una pequeña fracción de segundo, o ser incompleta y abarcar solo parte de la cara. Como arrugar muy rápida y levemente solo un lado de la nariz, en señal del desagrado o asco que se quiere ocultar.
Las microexpresiones pueden ser difíciles de ver e interpretar. Muchas veces son percibidas inconscientemente. Tal vez por eso a veces conversamos con alguieny esta persona nos deja una mala impresión y no sabemos por quê. Adámas, se dice que las veces que pestañeamos, el tono de la voz y la postura son señales no verbales difíciles de controlar a voluntad.
El contacto visual
El CONTACTO VISUAL es muy importante en la comunicación. La falta de contacto visual puede interpretarse como desinterés, deseo de ocultar algo o engaño
Variaciones
Debemos recordar que el lenguaje no verbal puede variar según la cultura. Un gesto emblemático occidental puede no tener significado para una población aislada en la selva amazónica. Paul Ekman afirma que los gestos faciales que traducen emociones sí son universales.
El lenguaje no no verbal puede ser afectado también por el clima o la ropa que la persona lleva puesta.
La Intuición Femenina
Hay evidencia de que las mujeres pueden ser mejores decodificadoras del lenguaje no verbal. Un estudio con scanners cerebrales demostró que las mujeres usan de 14-16 áreas cerebrales para leer señales no verbales, mientras que los hombres solo usan de 4-6 áreas. Otro estudio encontró que las mujeres son capaces de reconocer microexpresiones de desagrado y desprecio mucho mejor que los hombres.
¿Podemos confiar en nuestra intuición?
Lamentablemente, la intuición no es infalible. Nuestras emociones, deseos y sesgos pueden influir. También influye el contexto: la hora del día, el clima. No tendremos la misma reacción ante un extraño que se nos acerca en la calle al medio día, que si se nos acerca a las 11pm mientras llueve y estamos en un lugar desconocido.
Podemos confiar en nuestra intuición si se trata de nuestro campo de experiencia o sea Intuición experta. Pero debemos considerar los límites de nuestro campo de experiencia: el experimentado médico que hace diagnósticos rápidos y acertados en su especialidad, tal vez no será tan acertado ni veloz en otra especialidad. Y recordemos que la intuición no es otra cosa más que el reconocimiento, por lo que se basa en observaciones y conocimientos aprendidos.
Podemos usar nuestra intuición como una guía cuando nos formarnos una primera impresión.
Debemos establecer un feedback para mejorar y entrenar nuestra intuición. Es decir, ante una intuición luego asociaremos los resultados: fue bueno o malo, tuvimos razón o no.
Si nuestra intuición nos advierte de un peligro, es mejor confiar en ella.
¿Y qué pasó con las chicas de los ejemplos al comienzo de este post?
Pues no sabemos cómo es que intuyeron el peligro. Tal vez leyeron microexpresiones en el rostro de Bundy que las hicieron sentir que algo estaba mal con ese hombre. Quizá detectaron incongruencias entre su lenguaje corporal y sus palabras.
Mucho se ha hablado de los ojos de Ted Bundy. Lo que se sabe por cierto es que eran azules. Hay quienes los describían como “negros”, “pequeños”, “vacíos” o “sin vida”. Aquí vemos un ojo de color azul, con dilatación de la pupila. (Wikimedia Commons)
Es posible que sus pupilas se dilataran por el estrés al estar tratando de atrapar a una de sus víctimas. Es decir, su sistema nervioso simpático estaba activado, el sistema de ataque o fuga. La dilatación de las pupilas habría hecho que se vean los ojos negros en lugar de azules. Y además, un periodista, un detective y su abogada notaron que los ojos de Bundy “cambiaban de color”, o “se oscurecían” cuando se molestaba, o cuando miraba las fotos de escenas de un crimen del cual él era el principal sospechoso. Lo mismo sucedió cuando estuvo confesando detalladamente uno de sus crímenes. Se puede especular que el recuerdo causaba que sus pupilas se dilaten por la excitación.
Una mirada que asusta. Aquí podemos apreciar dilatación de pupilas por efecto de la droga LSD. (Wikimedia Commons)
Ann Rule, en su libro The Stranger Beside Me, escribe sobre el estado emocional y las circunstancias en que algunas de sus víctimas se hallaban al momento de encontrase con el asesino en serie. Una de ellas, por ejemplo, tal vez se sentía muy culpable porque había peleado por teléfono con su padre un par de días antes y éste había sufrido un ataque al corazón. Otra había peleado con su esposo y salido de casa. Una adolescente se fugó de casa luego de discutir con sus padres. Y dos muchachas muy cortas de vista no llevaban consigo ni los anteojos ni los lentes de contacto que usaban a diario. Es decir, emocional o físicamente, eran vulnerables. Y Bundy fue un experto manipulador que usaba el engaño y la fuerza para atrapar a sus víctimas.
Fuentes
Rule,Anne. The Stranger Beside Me. Simon&Schuster. 2016 (audiolibro)
Kahneman, Daniel. Pensar rápido, pensar despacio.Penguin Random House Audio. 2020
Gladwell, Malcolm. Inteligencia intuitiva. Penguin Ramdom House Grupo Editorial. 2018
Hogarth, Robin. Educating Intuition. University of Chicago Press, 2001.
El rol de la intuición en profesionales médicos.
Leyendo microexpresiones entre universitarios. (PDF inglés)
Expresiones faciales. (Video)
Cómo reconocer Microexpresiones. (VIDEO)
Prueba sobre reconocimiento de microexpresiones. (Video)
Cuándo confiar en tu intuición.
Lectura interesante. Psicología Hoy. (Inglés)
Podemos confiar en nuestra intuición. Scientific American
Intuición Femenina (español)
Los ojos del psicópata. (ing)
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